En los últimos años este término ha ganado mucha repercusión, en la vida cotidiana y en los medios. La globalización e internet nos permiten conocer a más gente, algunas de estas personas pueden estar muy preparadas y hacernos sentir inferiores, pero el síndrome del impostor es realmente una batalla interna.
¿Qué es el síndrome del impostor?
El síndrome del impostor es una experiencia psicológica interna en la que uno cree que no es tan competente como los demás lo perciben, como si fuera un fraude. En pocas palabras, el síndrome del impostor es la experiencia de sentirse como un farsante en algún área de su vida, a pesar de cualquier éxito que haya logrado en esa área.
Es posible que padezcas el síndrome del impostor si te siente constantemente inseguro de ti mismo, incluso en áreas en las que sueles destacar. El síndrome del impostor puede sentirse como inquietud y nerviosismo, y puede manifestarse como un discurso negativo sobre uno mismo. Los síntomas de ansiedad y depresión suelen acompañar al síndrome del impostor.
El síndrome del impostor no es una enfermedad mental diagnosticable. En su lugar, el término suele aplicarse de forma restringida a la inteligencia y los logros, aunque también tiene vínculos con el perfeccionismo y el contexto social. Las psicólogas Suzanna Imes y Pauline Rose Clance utilizaron por primera vez este término en la década de 1970.
Aquí compartimos los signos del síndrome del impostor y algunos de los factores de riesgo para desarrollarlo. También cubrimos los diferentes tipos de síndrome del impostor y las formas de hacer frente a los sentimientos que puede crear.
Tipos de síndrome del impostor
El síndrome del impostor puede dividirse en cinco tipos básicos:
- El perfeccionista. Este tipo de síndrome del impostor implica creer que, a menos que seas absolutamente perfecto, podrías haberlo hecho mejor. Te sientes como un impostor porque tus rasgos perfeccionistas te hacen creer que no eres tan bueno como los demás creen que eres.
- El experto. El experto se siente como un impostor porque no sabe todo lo que hay que saber sobre un tema o asunto concreto, o no domina todos los pasos de un proceso. Como aún les queda por aprender, no sienten que hayan alcanzado el rango de «experto».
- El genio natural. En este tipo de síndrome del impostor, puedes sentirte como un fraude simplemente porque no crees que seas naturalmente inteligente o competente. Si no te sale algo bien a la primera o tardas más en dominar una habilidad, te sientes como un impostor.
- El solista. También es posible sentirse como un impostor si has tenido que pedir ayuda para alcanzar un determinado nivel o estatus. Como no pudiste llegar por ti mismo, cuestionas tu competencia o tus habilidades.
- La superpersona. Este tipo de síndrome del impostor implica creer que debes ser el más trabajador o alcanzar los niveles más altos de logro posibles y, si no lo haces, eres un fraude.
Características del síndrome del impostor
Algunas características comunes del síndrome del impostor son:
- La incapacidad de evaluar de forma realista su competencia y habilidades
- Atribuir su éxito a factores externos
- Reprender su actuación
- Miedo a no estar a la altura de las expectativas
- Superación de los objetivos
- Sabotear su propio éxito
- Dudar de sí mismo
- Establecer objetivos muy exigentes y sentirse decepcionado cuando no se alcanzan
Impacto del síndrome del impostor
Para algunas personas, el síndrome del impostor puede alimentar la motivación para conseguir logros, pero esto suele producirse a costa de experimentar una ansiedad constante. Es posible que te prepares en exceso o que trabajes mucho más de lo necesario, por ejemplo, para «asegurarte» de que nadie descubra que eres un fraude. Con el tiempo, la ansiedad se agrava y puede conducir a la depresión.
Esto crea un círculo vicioso en el que piensas que la única razón por la que sobreviviste a esa presentación en clase fue que te quedaste despierto toda la noche ensayando. O piensas que la única razón por la que superaste esa fiesta o reunión familiar fue que memorizaste detalles sobre todos los invitados para tener siempre ideas para una pequeña charla.
El problema del síndrome del impostor es que la experiencia de hacerlo bien en algo no cambia tus creencias. El pensamiento sigue dando vueltas en tu cabeza: «¿Qué me da derecho a estar aquí?». Cuanto más consigues, más te sientes como un fraude. Es como si no pudieras interiorizar tus experiencias de éxito.
Esto tiene sentido en lo que respecta a la ansiedad social si has recibido una respuesta temprana de que no eres bueno en situaciones sociales o de rendimiento. Tus creencias básicas sobre ti mismo son tan fuertes que no cambian, incluso cuando hay pruebas de lo contrario. El proceso de pensamiento es que si te va bien, debe ser el resultado de la suerte.
Las personas que experimentan el síndrome del impostor tienden a no hablar de cómo se sienten con nadie y luchan en silencio, al igual que los que padecen el trastorno de ansiedad social.
Ejemplos del síndrome del impostor
Para entender mejor qué es el síndrome del impostor, puede ser útil ver cómo se ve en la vida cotidiana. He aquí algunos ejemplos de lo que es experimentar el síndrome del impostor:
- Llevas un par de meses trabajando en un determinado puesto, pero cuando la gente te llama por tu título formal, te sientes como un fraude porque no dominas ese puesto.
- Has puesto en marcha tu propio negocio; sin embargo, no te gusta promocionarte porque no tienes el mismo nivel de experiencia o conocimientos que otros en tu campo, lo que te hace sentir como un fraude.
- Te han nominado para un premio, pero te sientes como un impostor en la ceremonia de reconocimiento porque no crees que tus logros sean lo suficientemente buenos como para justificar la nominación.
Señales del síndrome del impostor
En un principio, se pensaba que el concepto de síndrome del impostor se aplicaba sobre todo a las mujeres de alto rendimiento. Desde entonces, se ha reconocido que es un fenómeno que se experimenta más ampliamente. El síndrome del impostor puede afectar a cualquier persona, independientemente de su estatus social, su trayectoria laboral, su nivel de conocimientos o su grado de experiencia.
Aunque el síndrome del impostor no es un trastorno de salud mental reconocido en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), es bastante común. Se calcula que el 70% de las personas experimentarán al menos un episodio de este fenómeno en algún momento de su vida.
Si te preguntas si puedes tener el síndrome del impostor, hazte las siguientes preguntas:
- ¿Te angustias por los más mínimos errores o fallos en su trabajo?
- ¿Atribuyes tu éxito a la suerte o a factores externos?
- ¿Eres sensible incluso a las críticas constructivas?
- ¿Sientes que inevitablemente te descubrirán como un farsante?
- ¿Reduces tu propia experiencia, incluso en áreas en las que estás realmente más capacitado que otros?
Si a menudo te sientes como un fraude o un impostor, puede ser útil hablar con un terapeuta. El pensamiento negativo, la duda y el autosabotaje que suelen caracterizar al síndrome del impostor pueden afectar a muchas áreas de tu vida.
Causas del síndrome del impostor
En los primeros estudios, los investigadores descubrieron que el síndrome del impostor estaba relacionado con factores como las dinámicas familiares tempranas y los estereotipos de género. Sin embargo, investigaciones posteriores han demostrado que el fenómeno se da en personas de todos los orígenes, edades y géneros.
Educación familiar
Las investigaciones sugieren que la crianza y la dinámica familiar pueden desempeñar un papel importante en el síndrome del impostor. Concretamente, los estilos de crianza caracterizados por ser controladores o sobreprotectores pueden contribuir al desarrollo del síndrome del impostor en los niños.
Por ejemplo, es posible que procedas de una familia que valora mucho los logros. O puede que tus padres hayan alternado entre los elogios y las críticas.
Los estudios también sugieren que las personas que provienen de familias que experimentaron altos niveles de conflicto con bajos niveles de apoyo pueden ser más propensas a experimentar el síndrome del impostor.
Nuevas oportunidades laborales o escolares
También sabemos que la entrada en un nuevo rol puede desencadenar el síndrome del impostor. Por ejemplo, empezar la universidad puede hacerte sentir que no perteneces a ella y que no eres capaz. También puedes experimentar los mismos sentimientos al empezar un nuevo puesto de trabajo.
El síndrome del impostor parece ser más común cuando las personas atraviesan transiciones y prueban cosas nuevas. La presión por lograr y tener éxito, combinada con la falta de experiencia, puede desencadenar sentimientos de inadecuación en estos nuevos roles y entornos.
Personalidad
Ciertos rasgos de personalidad también se han relacionado con un mayor riesgo de experimentar el síndrome del impostor. Algunos rasgos o características que podrían desempeñar un papel son:8
- Baja autoeficacia: La autoeficacia se refiere a la creencia en su capacidad para tener éxito en cualquier situación.
- Perfeccionismo: El perfeccionismo desempeña un papel importante en el síndrome del impostor. Es posible que pienses que existe un «guión» perfecto para las conversaciones y que no puedes decir algo incorrecto. También es posible que te cueste pedir ayuda a los demás y que pospongas las cosas debido a tu propio nivel de exigencia.
- Neuroticismo: El neuroticismo es una de las cinco grandes dimensiones de la personalidad que se relaciona con mayores niveles de ansiedad, inseguridad, tensión y culpa.
Ansiedad social
El síndrome del impostor y la ansiedad social pueden coincidir. Una persona con trastorno de ansiedad social puede sentir que no pertenece a una situación social o de actuación, por ejemplo.
Puede que estés en una conversación con alguien y sientas que van a descubrir tu incompetencia social. O puede que estés haciendo una presentación y sientas que sólo tienes que terminar antes de que alguien se dé cuenta de que realmente no perteneces a ese lugar.
Aunque los síntomas de la ansiedad social pueden alimentar el síndrome del impostor, esto no significa que todas las personas que experimentan el síndrome del impostor tengan ansiedad social o viceversa. Las personas sin ansiedad social también pueden sentir falta de confianza y competencia. El síndrome del impostor a menudo hace que las personas normalmente no ansiosas experimenten una sensación de ansiedad cuando se encuentran en situaciones en las que se sienten inadecuadas.
El síndrome del impostor frente a la discriminación
Sentirse como un extraño no es necesariamente el resultado del síndrome del impostor. En algunos casos, puede deberse a una discriminación real o a una exclusión debida a prejuicios sistémicos. En el caso del síndrome del impostor, la sensación de ser un extraño está causada por creencias internas. En el caso de la discriminación, el sentimiento está causado por las acciones de los demás.
Cómo afrontar el síndrome del impostor
Para superar el síndrome del impostor, ayuda empezar a hacerse algunas preguntas difíciles. He aquí algunas de ellas:
- ¿Qué creencias fundamentales tengo sobre mí mismo?
- ¿Creo que soy digno de ser amado tal y como soy?
- ¿Debo ser perfecto para que los demás me aprueben?
Para superar estos sentimientos, tienes que sentirte cómodo confrontando algunas de las creencias profundamente arraigadas que tienes sobre ti mismo. Este ejercicio puede ser difícil porque quizá ni siquiera te des cuenta de que las tienes, pero aquí tienes algunas técnicas que puedes utilizar:
- Comparte tus sentimientos. Habla con otras personas sobre cómo te sientes. Las creencias irracionales tienden a agravarse cuando se ocultan y no se habla de ellas.
- Céntrate en los demás. Aunque pueda parecer contradictorio, intenta ayudar a los demás en tu misma situación. Si ves a alguien que parece incómodo o solo, hazle una pregunta para que se integre en el grupo. A medida que practiques tus habilidades, aumentarás la confianza en tus propias capacidades.
- Evalúa tus capacidades. Si tienes creencias arraigadas sobre tu incompetencia en situaciones sociales y de rendimiento, haz una evaluación realista de tus capacidades. Anota tus logros y lo que se te da bien, y luego compáralos con tu autoevaluación.
- Da pasos de bebé. No te centres en hacer las cosas a la perfección, sino que hazlas razonablemente bien y recompénsate por actuar. Por ejemplo, en una conversación de grupo, ofrece una opinión o comparte una historia sobre ti mismo.
- Cuestiona tus pensamientos. Cuando empieces a evaluar tus capacidades y a dar pequeños pasos, cuestiona si tus pensamientos son racionales. ¿Tiene sentido creer que eres un fraude teniendo en cuenta todo lo que sabes?
- Deja de comparar. Cada vez que te comparas con los demás en una situación social, encontrarás algún defecto en ti mismo que alimenta la sensación de no ser lo suficientemente bueno o de no pertenecer. En su lugar, durante las conversaciones, concéntrese en escuchar lo que la otra persona está diciendo. Muéstrate realmente interesado en aprender más.
- Utiliza las redes sociales con moderación. Sabemos que el uso excesivo de las redes sociales puede estar relacionado con sentimientos de inferioridad. Si intentas dar una imagen en las redes sociales que no se corresponde con lo que realmente eres o que es imposible de conseguir, solo conseguirás empeorar tu sensación de ser un fraude.
- Deja de luchar contra tus sentimientos. No luches contra los sentimientos de no pertenencia. En lugar de eso, intenta apoyarte en ellos y aceptarlos. Sólo cuando reconozcas estos sentimientos podrás empezar a desentrañar las creencias fundamentales que te frenan.
- No dejes que eso te frene. Por mucho que sientas que eres un fraude o que no perteneces, no dejes que eso te impida perseguir tus objetivos. Sigue adelante y niégate a que te detengan.
Recapitulación
Las estrategias para hacer frente a los sentimientos de impostura incluyen hablar de lo que se está experimentando, cuestionar los pensamientos negativos y evitar compararse con los demás.