Nuestra autopercepción es importante porque afecta a nuestras motivaciones, actitudes y comportamientos. También afecta a cómo nos sentimos con respecto a la persona que creemos ser, incluyendo si somos competentes o tenemos autoestima.
¿Qué es el autoconcepto?
El autoconcepto es la imagen que tenemos de nosotros mismos. Está influenciado por muchas fuerzas, incluida la interacción con personas importantes en nuestras vidas. Es la forma en que percibimos nuestros comportamientos, habilidades y características únicas.
Por ejemplo, creencias como «soy un buen amigo» o «soy una persona amable» forman parte de un autoconcepto general.
Otros ejemplos de autoconcepto son:
- Cómo ves tus rasgos de personalidad, por ejemplo, si eres extrovertido o introvertido
- Cómo ves tus funciones en la vida, por ejemplo, si consideras que ser padre, hermano, amigo y pareja son partes importantes al definir tu identidad
- Las aficiones o pasiones que son importantes para tu sentido de la identidad, como ser un entusiasta del deporte o pertenecer a un determinado partido político
- Cómo te sientes respecto a tus interacciones con el mundo, por ejemplo, si sientes que estás contribuyendo a la sociedad
El autoconcepto tiende a ser más maleable cuando somos más jóvenes y todavía pasamos por el autodescubrimiento y la formación de la identidad. A medida que envejecemos y aprendemos quiénes somos y qué es importante para nosotros, estas autopercepciones se vuelven mucho más detalladas y organizadas.
En su forma más básica, el autoconcepto es un conjunto de creencias que uno tiene sobre sí mismo y las respuestas de los demás. Encarna la respuesta a la pregunta: «¿Quién soy?» Si quieres encontrar tu autoconcepto, haz una lista de cosas que te describen como individuo. ¿Cuáles son tus rasgos? ¿Qué te gusta? ¿Cómo te sientes con respecto a ti mismo?
Las tres partes del autoconcepto de Rogers
El psicólogo humanista Carl Rogers creía que el autoconcepto se compone de tres partes diferentes:
- El yo ideal: El yo ideal es la persona que quieres ser. Esta persona tiene los atributos o cualidades por los que estás trabajando o que quieres poseer. Es quien te imaginas que serías si fueras exactamente como quisieras.
- Imagen personal: La autoimagen se refiere a cómo te ves a ti mismo en este momento. Atributos como las características físicas, los rasgos de la personalidad y los roles sociales desempeñan un papel en tu autoimagen.
- Autoestima: El grado de aceptación y valoración de uno mismo contribuye al concepto de sí mismo. La autoestima puede verse afectada por una serie de factores, como la forma en que los demás te ven, la forma en que crees que te comparas con los demás y tu papel en la sociedad.
Incongruencia y congruencia
El autoconcepto no siempre está alineado con la realidad. Cuando está alineado, se dice que el autoconcepto es congruente. Si hay un desajuste entre cómo te ves a ti mismo (tu autoimagen) y quién desearías ser (tu yo ideal), tu autoconcepto es incongruente. Esta incongruencia puede afectar negativamente a la autoestima.
Rogers creía que la incongruencia tiene sus primeras raíces en la infancia. Cuando los padres condicionan el afecto que sienten por sus hijos (sólo expresan su amor si los niños se lo «ganan» mediante determinados comportamientos y cumpliendo las expectativas de los padres), los niños empiezan a distorsionar los recuerdos de las experiencias que les hacen sentirse indignos del amor de sus padres.
El amor incondicional, en cambio, ayuda a fomentar la congruencia. Los niños que experimentan este tipo de amor -también llamado amor familiar- no sienten la necesidad de distorsionar continuamente sus recuerdos para creer que otras personas les querrán y aceptarán tal y como son.
Cómo se desarrolla el autoconcepto
El autoconcepto se desarrolla, en parte, a través de nuestra interacción con los demás. Además de los miembros de la familia y los amigos cercanos, otras personas de nuestra vida pueden contribuir a nuestra identidad.
Por ejemplo, un estudio descubrió que cuanto más cree un profesor en las capacidades de un alumno de alto rendimiento, más alto es el autoconcepto de ese alumno. (Curiosamente, no se encontró tal asociación con los alumnos de menor rendimiento).
El autoconcepto también puede desarrollarse a través de las historias que escuchamos. Por ejemplo, un estudio reveló que las lectoras que se sintieron «profundamente transportadas» por una historia sobre un personaje principal con un rol de género tradicional tenían un autoconcepto más feminista que las que no se sintieron tan conmovidas por la historia.
Los medios de comunicación también desempeñan un papel en el desarrollo del autoconcepto, tanto los medios de comunicación de masas como las redes sociales. Cuando estos medios promueven ciertos ideales, es más probable que los hagamos nuestros. Y cuanto más a menudo se presenten estos ideales, más afectarán a nuestra identidad y autopercepción.
¿Puede cambiarse el autoconcepto?
El autoconcepto no es estático, es decir, puede cambiar. Nuestro entorno desempeña un papel en este proceso. Los lugares que tienen un gran significado para nosotros contribuyen activamente a nuestro futuro autoconcepto, tanto por la forma en que relacionamos estos entornos con nosotros mismos como por la forma en que la sociedad se relaciona con ellos.
El autoconcepto también puede cambiar en función de las personas con las que nos relacionamos. Esto es especialmente cierto en el caso de las personas que desempeñan funciones de liderazgo en nuestras vidas. Pueden influir en el yo colectivo (el yo en los grupos sociales) y en el yo relacional (el yo en las relaciones).
En algunos casos, un diagnóstico médico puede cambiar el autoconcepto al ayudar a las personas a entender por qué se sienten como lo hacen, como en el caso de alguien que recibe un diagnóstico de autismo más tarde en su vida, lo que finalmente le proporciona claridad sobre por qué se siente diferente.
Otras teorías del autoconcepto
Como ocurre con muchos temas dentro de la psicología, otros teóricos han propuesto diferentes formas de pensar sobre el autoconcepto.
Identidad social
El psicólogo social Henri Tajfel desarrolló la teoría de la identidad social, según la cual el autoconcepto se compone de dos partes fundamentales:
- La identidad personal: Los rasgos y otras características que te hacen único
- Identidad social: Quién eres en función de tu pertenencia a grupos sociales, como equipos deportivos, religiones, partidos políticos o clase social
Esta teoría afirma que nuestra identidad social influye en nuestro autoconcepto, afectando así a nuestras emociones y comportamientos. Si hacemos deporte, por ejemplo, y nuestro equipo pierde un partido, podemos sentirnos tristes por el equipo (emoción) o actuar en contra del equipo ganador (comportamiento).
Dimensiones Múltiples
El psicólogo Bruce A. Bracken tenía una teoría ligeramente diferente y creía que el autoconcepto era multidimensional y estaba formado por seis rasgos independientes:
- Académico: Éxito o fracaso escolar
- Afecto: Conciencia de los estados emocionales
- Competencia: Capacidad de satisfacer las necesidades básicas
- Familia: Cómo funciona su unidad familiar
- Físico: Cómo te sientes con tu aspecto, salud, condición física y apariencia general
- Social: Capacidad para interactuar con los demás
En 1992, Bracken desarrolló la Escala Multidimensional de Autoconcepto, una evaluación exhaustiva que valora cada uno de estos seis elementos del autoconcepto en niños y adolescentes.
Preguntas frecuentes
El desarrollo del autoconcepto nunca termina. Aunque se cree que la identidad propia se forma principalmente en la infancia, las experiencias de la edad adulta también pueden cambiar lo que uno siente por sí mismo. Por ejemplo, si tu autoestima aumenta más tarde en la vida, puede mejorar tu autoconcepto.
El concepto que tenemos de nosotros mismos puede afectar al método con el que nos comunicamos. Si crees que eres un buen escritor, por ejemplo, puede que prefieras comunicarte por escrito en lugar de hablar con los demás.
También puede afectar a la forma en que nos comunicamos. Si tu grupo social se comunica de una manera determinada, es probable que tú elijas comunicarte también de esa manera. Los estudios sobre adolescentes han relacionado una alta claridad del autoconcepto con una comunicación más abierta con los padres.
El autoconcepto se refiere a una descripción amplia de nosotros mismos («soy un buen escritor»), mientras que la autoestima incluye los juicios u opiniones que tenemos de nosotros mismos («me siento orgulloso de ser un buen escritor»). Dicho de otro modo, el autoconcepto responde a la pregunta: ¿Quién soy? La autoestima responde a la pregunta: ¿Cómo me siento con respecto a lo que soy?
Nuestro autoconcepto influye en la forma en que respondemos a la vida, por lo que un autoconcepto bien desarrollado nos ayuda a responder de forma más positiva y beneficiosa para nosotros. Una de las formas de hacerlo es permitirnos reconocer nuestra valía. Un autoconcepto bien desarrollado también ayuda a evitar que interioricemos los comentarios negativos de los demás.
Las diferentes culturas tienen diferentes creencias. Tienen diferentes ideas sobre lo dependiente o independiente que debe ser uno, diferentes creencias religiosas y diferentes puntos de vista sobre el desarrollo socioeconómico.
Todas estas normas culturales influyen en el autoconcepto al proporcionar la estructura de lo que se espera dentro de esa sociedad y cómo uno se ve a sí mismo en relación con los demás.